¿Sirven para algo las limpiezas en la naturaleza?
Cada año son más los colectivos organizados, los grupos espontáneos y las personas que individualmente dedican su tiempo a recoger basura de la naturaleza. Las limpiezas en las playas por ejemplo han aumentado significativamente y no es extraño ver a personas de todas las edades que en algún momento de su paseo o su momento de disfrute bolsa en mano recoge residuos del entorno. Pero ¿sirve esto para algo?, y si es así ¿Para qué?
Son muchas las voces que argumentan que es una actividad sin mucha incidencia o que es una actividad vacía y meramente estética que no incide en las causas.
Los desechos humanos suponen un gravísimo problema en el medio ambiente. Son millones cada año los animales que mueren por ingerirla o enredarse con ella. Hay ecosistemas seriamente afectados.
La contaminación en prácticamente todos los ecosistemas es un problema complejo, global y con consecuencias globales. No hay una solución única ni mágica ni sencilla y ninguna actividad individual puede resolverlo, ni hacerlo desaparecer.
Las limpiezas no son esa solución mágica ni pueden ser la única respuesta al problema de los desechos no compostables en la naturaleza.
Para empezar recogemos tan solo lo que podemos ver. Los materiales de deshecho degradados hasta el punto de no poder ser vistos ni tocados (microplásticos, nanoplásticos) quedan ya fuera de nuestro alcance, así como los químicos, los metales pesados…
La incidencia de las limpiezas en el cúmulo de contaminación es pequeña, más si cabe si no se invierte la tendencia a aumentar los desechos. Con la cantidad de residuos vertidos por ejemplo en los mares sabemos que a la siguiente marea, con el siguiente temporal la costa volverá a llenarse de restos de todo tipo. El problema sigue oculto en el gran océano mar que nos sigue enviando mensajes.
Sea como sea y aunque sea poco lo que hemos retirado y siempre y cuando se procese de forma que no vuelva al mar, ya es una parte que no seguirá degradándose, que no formará parte de la dieta de algunos animales, que no seguirá aniquilando los fondos marinos. Aunque sea poco es mejor que nada. Mucho mejor que seguir quejándose de lo insuficientes que son las limpiezas y esperando en el sillón a que alguien importante decida hacer algo. Tomar parte de una limpieza te hace alguien importante que ya está haciendo algo y formando parte de un movimiento informal que si crece suficientemente en número llamará la atención y obligará a quienes tienen la posibilidad de tomar esas grandes decisiones a tomarlas.
Creo que nadie que haya participado en una limpieza vuelve a hacer las cosas de la misma forma. Puede que sea otra forma de gestionar sus residuos, puede que los reduzca, puede que algo cambie en sus hábitos de consumo dentro de la dificultad que esto supone en un mercado sobreempaquetado. Nuestra experiencia es que la acción de limpiar produce un cambio y esto lo valoramos enormemente.
Por eso desde econsciencia añadimos un plus de valor a las actividades de limpieza. Entendemos las limpiezas como una labor educativa y antes, durante y después de cada limpieza
Es por tanto importante limpiar. Limpiar educando. Limpiar recogiendo datos que faciliten la investigación y la toma de decisiones institucionales con ellos. Limpiar con la conciencia de ser parte del problema y buscando un compromiso para que cada cual desde su vida cotidiana haga lo posible por reducir sus desechos no compostables que acaban en el medio ambiente.
Al fin y al cabo los plásticos que nos encontramos en la naturaleza no los han vertido las industrias que los producen, sino los ciudadanos que han consumido esos productos. Nadie sigue fabricando algo que nadie compra.
A nivel macro es necesario reducir el plástico en origen, reducir la oferta de embalajes y productos no compostables innecesarios, a la par es necesario invertir fondos y esfuerzo en el diseño de alternativas, favorecer un cambio cultural y social a través de la educación y la divulgación y también desarrollar mejores procesos de reciclaje.
La recogida de datos es un elemento importante cuando es posible. Las muestras nos pueden ayudar a saber qué tipo de basura hay, cuánta hay y de donde proviene.
Las limpiezas educan. Al poner una atención especial los voluntarios pueden ver la cantidad de basura que se deposita en nuestras costas, ríos, bosques, algo que les había podido pasar desapercibido. Esta experiencia impulsa a reducir por ejemplo su dependencia del plástico, también a comunicar en su entorno su experiencia.
Las limpiezas de playas dan a los voluntarios una idea clara de la magnitud del problema.
Es una experiencia satisfactoria el hecho de ponerse en acción, sentirse partícipe de un movimiento positivo.
Las limpiezas nos ayudan a ser conscientes de los síntomas y a aliviarlos en una pequeña medida pero es necesario asegurarse una comprensión profunda y la búsqueda de una cura permanente.
Desde luego si no cambian nuestros hábitos de consumo y la mala gestión de nuestros desechos estaremos limpiando siempre.
El compromiso individual, activo y público es fundamental para impulsar un cambio de comportamiento y aumentar la presión sobre las instituciones y las organizaciones para que tomen medidas desde su capacidad y responsabilidad.
En el problema de los deshechos en la naturaleza como en el resto de desafíos ambientales actuales todos los sectores tienen un rol que ejercer si se quiere dar un giro definitivo. Las pequeñas acciones, en lugares pequeños hechas por personas “pequeñas” son una gran aportación.